El Panteón de Santa Paula, ahora conocido como Panteón de Belén ubicado a un costado del antiguo Hospital Civil de Guadalajara, fue construido en 1848 por el arquitecto Manuel Gómez Ibarra, a solicitud del obispo Diego de Arana y Carpinteiro.
En el lugar fueron construidas diversas fosas comunes que sirvieron para controlar el número de muertos.
Hoy es un museo histórico que por su riqueza arquitectónica está protegido por el Instituto Nacional de Antropología e Historia y es considerado Tesoro Arquitectónico Nacional.
En él descansan los restos de muchos personajes ilustres jaliscienses y es ya un sitio repleto de historias y leyendas.
Una de las más conocidas es la de la tumba de Nachito, un niño que en vida le tenía miedo a la oscuridad; al morir fue enterrado ahí y se dice que el féretro fue hallado fuera de su lugar días después y abierto.
En un principio se pensó en vándalos, se volvió a enterrar, pero siguió pasando durante días hasta que los responsables del panteón decidieron colocar la tumba en un ataúd de cantera a la vista del sol.
De esta manera, Nachito logró descansar sin miedo. Algunos visitantes aseguran haberlo visto correr entre las tumbas además de escuchar su voz y risas.
Por la arquitectura del lugar, muchas parejas de novios hacen sus sesiones fotográficas ahí, con esto se han podido captar en video y en foto siluetas extrañas y fuera de lugar.
